El
Presidente Juan Manuel Santos lidera la reunión de la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores, este lunes en la Casa de Nariño. Desastre para la política de la cancilleria. |
El fallo de la Corte Internacional de Justicia sobre Nicaragua (San Andrés&
archipiélago)
Por Horacio Duque
La Corte Internacional de Justicia
de La Haya emitió un fallo para resolver un viejo litigio de fronteras marinas
entre la Republica Sandinista de Nicaragua y el Estado colombiano.
La decisión del Tribunal no gustó a la clase dominante colombiana que
se mostró apesadumbrada y llorosa por los medios de comunicación. Los
sandinistas, con el pueblo nicaragüense en cabeza de su Presidente Daniel
Ortega, han expresado su conformidad con la determinación que les amplía su
plataforma oceánica, portadora de inmensas riquezas mineras.
Por supuesto, fue un contencioso mal administrado por los viejos
oligarcas bogotanos y sus burócratas inveterados de la Cancillería,
escriturada desde finales del Siglo XIX a la familia Holguín, un clan de viejos
terratenientes chocoanos, vallunos y sabaneros, que desde la Regeneración
nuñista, tienen el control de la diplomacia colombiana, como si fuese un
latifundio particular. Carlos Holguín, Presidente pro hispano en 1892, incurrió
en la indelicadeza de entregar el tesoro Quimbaya a la reina María Teresa de
Madrid, para que decidiera en favor de su gobierno, en un litigio de fronteras
en la Guajira con Venezuela. De ese tamaño es la visión del interés nacional de
estos encopetados que en pleno siglo XXI ejercen el dominio de la mediocre
Cancillería de San Carlos.
Previsible lo que acaba de ocurrir. El coronel Julio Londoño Paredes,
el eterno jefe de fronteras del Ministerio de Relaciones, servidor eterno del
régimen liberal/conservador e incapaz burócrata, es el directo culpable de
este descalabro jurídico. Haber confiado este delicado asunto a tal
personaje, como otros que tiene en sus manos, es un acto
de irresponsabilidad descomunal por el que debe responder la actual
jefe de la diplomacia, María Ángela Holguín.
Colombia pudo alcanzar un acuerdo satisfactorio con los sandinistas
sobre el tema de San Andrés y la rica plataforma marina, pero su visceral odio
a los revolucionarios de Managua, su conocida prepotencia frente al
Socialismo nicaragüense, así como su seguidismo pro gringo,
provocaron el resultado conocido por todos. Para que llorar sobre la leche
derramada, señores Santos, Pastrana, Belisario, Gaviria, Angelino y señoras María
Ángela Y María Ema.
Lo peor de todo esto es que el Presidente quiere desconocer el
pronunciamiento internacional con argucias notariales. Adicionalmente puso a su
mediocre Ministro de Defensa, heredero de una casta militarista de
masacradores, a proferir amenazas contra Ortega y a lanzar afirmaciones para
calificar de narcotraficantes y cómplices de la mafia a los
gobernantes de la nación Centroamericano. Que despropósito Similar a lo
que hace con el proceso de paz de La Habana, que si fracasa es por culpa de
este inmaduro y lenguisuelto personaje.
Pero creo que con los sandinistas, a la torpe oligarquía bogotana,
le sucederá igual que a los gringos, que hace algunas décadas,
pretendieron destruir la heroica lucha revolucionaria de los sandinistas con
paramilitares y ataques aéreos, con los resultados ya conocidos.
Los sandinistas están en su derecho y fueron a La Haya con los mejores
abogado, mientras Colombia se durmió en los laureles y la alcanforina de
Londoño Paredes, quien debería renunciar junto a su Jefe. Se volvió a repetir
la historia de José Manuel Marroquín, un vejestorio que siendo Presidente
permitió que los gringos se robaran a Panamá. Un verdadero trauma en la
historia nacional.
Daniel Ortega le ha dado la bienvenida a Santos a San Andrés.
Mejor responder con modales diplomático. Hay que hacer oídos sordos a las
proclamas de la bestia negra/AUV, en Medellín, que ya está sugiriendo guerra y
ataques, para regresarnos a la belicosidad de su gobierno que
nos aisló del resto de Sur América. Que prime la sensatez.
Con los sandinistas, así como con el Socialismo del siglo
XXI, conviene cultivar relaciones esmeradas y de respeto. La rabia y
el aislacionismo son malos consejeros, Señor Santos. Ya no lo veo de
Secretario General de Naciones Unidas y si no mejora su tarea con la paz, la
reelección se le puede ir al suelo. ¡¡¡¡¡¡¡Pilas!!!!!!!!
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